sábado, 22 de septiembre de 2007

SIN EXCUSAS


El "no estar ni ahí" parece haber sido el concepto que mejor interpretaba a la juventud de nuestro país hace algunos años atrás. Pero este concepto es por cierto muy engañoso. Si ahondamos un poco en el sentir y el razonar de nuestros compañeros generacionales, es común escuchar de su parte (y hasta hace algún tiempo yo mismo me incluía en este sentir) que la política no nos representa, que las peleas parecen ser superficiales en comparación a los grandes problemas que hoy nos aquejan como nación, como la escandalizante pobreza de algunos de nuestros hermanos (de paso dejando entrever que efectivamente existe al menos cierta concepción de la interconexión existente entre cada individuo que compone la sociedad) y que hoy no aparece como una alternativa atractiva dedicarse a la política para cambiar esta situación.

Al respecto es mucho lo que podemos decir y requiere necesariamente que analicemos este problema desde distintas aristas.

El gran problema de nuestra generación es que esperamos constantemente el ser llamados con nombre y apellido a hacernos parte de la solución. Esta situación inevitablemente nos lleva a la inactividad ya que ese llamado probablemente jamás llegará. Pero no podemos echarle la culpa simplemente a la apatía de nuestros pares puesto que esto sería en extremo injusto. Si bien en gran medida es así, no es menos cierto que la culpa también la tiene el sistema. Al vivir hoy en una democracia liberal (que aparentemente muy pocos cuestionan en lo abstracto pero al exponer sus falencias esta cae por su propio peso) la participación en política, para todos aquellos que no estén dispuestos de sacrificar sus vidas para volverse un actor relevante (¿Quién en su sano juicio querría hacerlo? Hoy en Chile, el tener intenciones de participar en política es como reconocer frente a nuestros padres que queremos ser futbolistas profesionales), se ve relegada a nada más que la posibilidad de emitir un misero e insignificante voto cada cuatro años, debiendo sentirnos satisfechos porque hemos sido partícipes de la gran "fiesta de la democracia". ¡¿Hay alguien que opine que esto debiera dejarnos conformes?! Si es así entonces mi exposición carece de fundamento alguno y quien así lo crea entonces puede dejar de leer en este momento. Para los que no estén conformes les digo que nos han robado parte de nuestra esencia como seres humanos y lo que es peor, han dejado a la mayoría con una sensación de complacencia en el proceso. Nos vemos forzados a vivir bajo un sistema que, teniendo como aliado el individualismo exacerbado de nuestra sociedad, nos ha reducido a la más mínima esfera del actuar, en que lo único que nos queda por determinar (y si es que acaso nos queda eso) es nuestro propio actuar y lo que nosotros, de forma egoísta, podemos esperar del sistema, sin instarnos a preguntar que podemos entregar nosotros a cambio (me trae a la memoria las palabras de John F. Kennedy, que en algún momento de la historia increpó a sus compatriotas a dejar de preguntarse que es lo que su país podía hacer por ellos sino que podían hacer ellos por su país). Y este deber de retribuir hacia nuestra sociedad no parece ser una obligación gravosa, si consideramos que es parte de la esencia del ser humano el querer participar de la conducción de su sociedad, el hacer sentir su presencia en las sociedad humanas que él mismo compone, comenzando por la propia familia y continuando en sus grupos de amigos, su escuela, su universidad y en último término, por supuesto, su país. Incluso me atrevo a decir, y por lo demás es precisamente lo que motiva a escribir estas líneas, que hoy los jóvenes lo pedimos a gritos y sin embargo no conseguimos resultados.

El panorama actual es sin duda gris si lo planteamos en estos términos pero, como a la clase política le fascina enfatizar, no constituye sino una fotografía de un momento en el tiempo. Hay en definitiva esperanza para un futuro mejor, en particular porque la naturaleza del hombre y de las cosas se encuentra de nuestro lado. Y la naturaleza y en definitiva Dios, en su infinita sabiduría, es imbatible. Tal como digo, jamás podremos ser excluidos de aquello que por esencia pertenece a todos los hombres y de lo cual todos son naturalmente parte (no existe hombre alguno que no pertenezca al menos a una sociedad). Siempre encontraremos en el corazón de los hombres el deseo de construir y contribuir al funcionamiento correcto y ordenado del entramado de la sociedad, incluso si a ratos se encuentra nublado o acallado por el individualismo o el materialismo (o en este caso, un sistema que no nos permite participar si no es por la vía de grupos artificiales que por su naturaleza excluyen al hombre de lo que ese suyo por naturaleza).

¿Cómo podemos proceder entonces? Indudablemente se presenta como un objetivo bastante difícil el derrotar un sistema que se encuentra tan arraigado en la consciencia colectiva de la humanidad. Pero bajo ningún respecto es imposible. No si tenemos en cuenta siempre que este sistema de ninguna forma constituye un dogma ni está escrito sobre tablas de piedra. Pero si en cambio requiere de sacrificio y paciencia, virtud que escasea en la juventud, pero que por el bien de nuestra sociedad y nuestra empresa debemos desarrollar. Nuestra tarea requiere en primer lugar que todos los que asumamos esta misión adoptemos de forma radical los principios que llevamos como bandera a nuestro diario vivir. Darnos cuenta que para lograr una sociedad justa y virtuosa los primeros en desarrollar la justicia y la virtud debemos ser nosotros mismos para con nosotros. Buscar la virtud para nosotros mismos. En segundo término debemos ser capaces de desarrollar nuestras relaciones humanas naturales, como con nuestras familias y nuestros amigos, de forma justa y solidaria, comprendiendo siempre que cuanto o más importante que nuestro propio bien, es el bien de la comunidad, que para ser alcanzado requiere que seamos justos y honestos en nuestra interacción fraterna. Y en tercer término (y para todos aquellos que crean que estas soluciones parecieran ser muy abstractas), debemos dejar de estar sentados esperando llamados a contribuir y ser nosotros los que hagamos el llamado. Recuperemos esos espacios que nunca podrán quitarnos. Entendamos que los espacios de participación en nuestra sociedad están presentes para todos los que quieran buscarlos. Que es tan importante el servir en un Centro de Alumnos como es el preocuparnos de ayudar a la paz y bienestar de nuestra familia. Que el trabajar en una empresa para poder mantener a mi familia es de igual forma un aporte como el de quien decide participar activamente de su junta de vecinos. Que aquél abogado joven que se da cuenta que puede contribuir a Chile dirigiendo desde el Colegio de Abogados debe hacerlo por el bien común. Que todas estas formas de participación contribuyen al bien común en la medida que se trabaje por el bien de toda la comunidad, siempre procurando la justicia y la prudencia. Que los cambios de nuestra sociedad sólo pueden darse en la medida que todos aquellos que alguna vez dijimos "no estoy ni ahí" cambiemos nuestro discurso a un "aquí estoy", siempre dispuesto a servir a Chile, para que algún día, con esfuerzo y perseverancia, vivamos en una sociedad no ideologizada, más justa, más humana, en fin, más Cristiana.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Me siento parte de esa Otra Revolución, con fines y fundamentos propios que van más allá de la derrota de aquellos que suelen llamarse revolucionarse. Creo que ninguno de los nombres con los que suele llamarse a los "políticos de derecha" nos representa: no queremos que las cosas se "conserven", tampoco que el Estado reemplace a las personas, a las familias o a los grupos intermedios en general, ni mucho menos nos sentimos simplemente una mera reacción. Me quedo con una frase tuya: Recuperemos esos espacios que nunca podrán quitarnos. Porque por más que digan que andamos dando la lata, es una lata que vale la pena dar.

Unknown dijo...

Un alcance: creo que el primer espacio a recuperar es el de ejercer verdadero control y fiscalización de como se gobierna y administra el Estado. Que esa sea nuestra primera revolución, porque es la más contingente y la que con más facilidad podemos ganar.
No olvidemos que cuando perdimos ese espacio se generó la apatía a que se refiere Tomás.

Matías Rivadeneira dijo...

Welcome back!!!!

Tu regreso a la blogósfera es motivo de regocijo. Ahora, respecto de lo que planteas, no deja de ser sintomático del mal estado de nuestro sistema político el hecho de que, mientras los cuerpos sociales clásicos (municipios, gremios, sindicatos, etc) o están en decadencia o simplemente manipulados por las fuerzas oligopólicas de los partidos políticos, nuevas formas de encausamiento ya no de la participación social, sino del descontento y malestar de las masas, parece ser la tónica, y las consecuencias no serán afortunadas para nuestro país.

Es nuestro deber devolver los espacios a lo que la pseudoprogresía denomina "sociedad civil" (aunque ellos reduzcan ese término a los sindicatos y ONGs que efectivamente controlan), con el fin de generar una auténtica democracia (y no ese oligopolio partitocrático conocido como "democracia liberal").

Concuerdo con Pancho en que lo nuestro es una revolución, pero no debemos avergonzarnos de ser conservadores. Conservadores de la dignidad humana, conservadores de lo mejor de la tradición occidental, conservadores de la presencia divina en el actuar humano, etc. Hoy ser conservador, es ser revolucionario. Y debemos estar orgullosos de ello.

A propósito, espero que el señor Valdés inaugure pronto su blog.

Salu2

Anónimo dijo...

Brillante... es un emocionante manifiesto de lo que sientes, mas debería encontrarse no en un mero blog que leerán mas que nada quienes te conocen y que por lo general comparten tu visión, sino en tu discurso público, que se escuche en cada rincón de la facultad y ojalá, fuera de ella.
Me molesta un poco eso si lo categórico de ciertas afirmaciones como cuando criticas a la "juventud"... creo que podrían ser matizadas un poco para hacerlas más digeribles.
Lo otro, "ser un buen cristiano"... me parece que no es necesario ser un buen cristiano para lograr lo que tu corréctamente planteas, no dejes de lado a otras esferas de la sociedad... aquí no hay enemigos, sino colaboradores y mediocres.
Por lo demás... es muy emotivo y me gustó, además tienes una excelente prosa.

Cristóbal.

Anónimo dijo...

Estimado Tomás:
Me parece un discurso de muy bien intencionado, pero pecas de lo mismo que los escritores barrocos, "mucha retórica y poca sustancia". ¿Que implica cambiar de sistema? Se supone que la tan denostada democracia liberal es el patrimonio de occidente, en contrate con las mal llamadas democracias populares que en realidad eran las peores tiranías que ha conocido el mundo. Cambiar el sistema implica cambiar a un Aristocracia, Monarquía, Oligarquía o Tiranía, cualquiera de los cuales es despreciable. Es cambio, creo que la democracia es perfectible. ¿Por qué mecanismos? Me gustaría que hubieras respondido eso, porque cambiar el sistema no parece serio. Creo que hay formas de perfeccionar la democracia, como la iniciativa popular de ley, un sistema mixto en la elección parlamentaria, tender a un régimen semi-presidencial, instaurar un Consejo Económico Social donde se pueda dar un Pacto Social tan necesario para seguir adelante, modernizar el Estado, darle verdaderas facultades fiscalizadoras a la Cámara de Diputados, mejorar el Poder Judicial (reformando la justicia Civil, creando el Consejo de la Magistratura, dándole autonomía financiera), etc. Agradecido por el espacio, y te insto a continuar adelante. Un abrazo
Maximiliano Ravest Ibarra

Felipe Andrés C.R. Lizama Allende dijo...

No puedo sino alegrarme al volver a leer a José Tomás, de partida el nombre del blog es brillante, recuerda a un gran promotor de la fe, la integridad moral, la tradición y la patria (Plinio Correa de Oliveira) autor de un excelente libro llamado "Revolución y contrarevolución"

Me alegro además por otra cosa, después de muchos años de lucha silenciosa, lucha autárquica, incomprensiones, prejuicios, algunas descalificaciones, etc. en nuestra Facultad por fin hay un grupo de personas muy destacadas que se han atrevido a cuestionar derechamente las instituciones políticas que nos rigen, la partitocracia, la democracia liberal, la sociedad inorgánica en la que vivimos, la consideración al voto, etc. Lo mejor no es eso! lo mejor es que quienes han dirigido este cuestionamiento (desde diversas ópticas, v.gr el derecho natural, la politicidad, la fe,la catolicidad, el análisis de la contingencia) son alumnos de nuestra Facultad que -en términos chilenos- SON PODEROSOS EN LA PLAZA, influyen, convencen, dialogan, cautivan, etc.¡Pero hay algo mejor aun! todos los nuevos referentes (que curiosamente todos a la vez han resucitado o armado blogs) abrazaron por años las ideas exactamente contrarias, liberalismo casi agnóstico, liberalismo económico disfrazado de ideas pontificias, partitocracia usando alegorías de partido popular, movimientos universitarios que (todavía) se gobiernan entre 4 paredes.

Parece que, desde las postrimerías de quien está saliendo de esta carrera, podré dormir un poco más tranquilo.

Me veo en la obligación, con todo, de hacer algunas observaciones. Nuestra misión como cristianos también es una misión política, el ocultar la fe ha traído consecuencias desastrozas para Chile, pues hubo sectores que atribuyéndose ser cristianos extrapolan ideologías insólitas (de repente algunos aparecen en la Facultad entre septiembre y noviembre) el desafió está en seguir mostrando nuestras ideas derechamente, sin tapujos, o como dijo Blas Piñar a los españoles católicos "sin miedo a nada ni a nadie, Viva Cristo Rey!"

Y por último, Max, la democracia liberal no es patrimonio de Occidente... es un invento de apenas siglo y medio... el patrimonio de Occidente es la tradición, los cuerpos naturales que generan el poder político, tan impresionante fue esta realidad que en el gobierno que le dio cabal cumplimiento jamás se puso el Sol (como lo dijiera célebremente el Padre Osvaldo Lira)

éxito José Tomás!
FLA

Felipe Andrés C.R. Lizama Allende dijo...
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TOMAS HENRIQUEZ dijo...

Estimados blogueros:

En primer lugar dejenme agradecerles por la respuesta que ha recibido este espacio online, que es por cierto muy superior a lo que podría haber esperado. Contrario a la creencia de mucha gente, creo que es importante hacerse presente en todos los espacios de interacción humana, incluyendo internet, y por lo mismo espero poder ser constante y hacer crecer el número de lectores.

Dicho esto me propongo complementar mis dichos y responder a las críticas que amablemente han posteado. Creo que es necesario dejar en claro que en ningún momento hablo de la necesidad de ser buenos cristianos para poder participar (por cierto que el poder trabajar unido a alguien que comparte plenamente mi fe, y por consiguiente mi visión del mundo, hace más fácil el trabajo pero no es estrictamente necesario). Pero no desconoceré - y espero que ustedes también me concedan la libertad de presentarme de tal forma - jamás que soy un cristiano católico (bueno o malo será juzgado con posterioridad) y como tal aspiro a vivir en un mundo acorde a mis creencia puesto que tengo la plena convicción que es la única forma de que el hombre alcance su perfección más plena. Pero esto no obsta a la posibilidad de trabajar y colaborar con personas de otros credos siempre y cuando tengamos un acuerdo en cuanto a lo que deseamos y los principios sobre los cuales actuaremos (es imposible sostener un dialogo con alguien si no existe como presupuesto que estemos dialogando sobre un mismo punto). Y la forma de poder llevar adelante esta colaboración es sobre la base del humanismo cristiano, que aunque no lo crean no fue una invención de la DC ni patrimonio exclusivo de Piñera, sino que fue desarrollado por la filosofía encontrando su máximo exponente en Santo Tomás de Aquino. El hombre virtuoso es aquel que desarrolla las virtudes cardinales (prudencia, justicia, templanza y fortaleza), naturales a sí, que si bien no son suficientes para alcanzar la verdadera perfección que sólo se alcanza con el cultivo de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), son las necesarias e indispensables para alcanzar las metas terrenales del buen gobierno, la investigación científica y los demás logros temporales. Por lo mismo es que lo primero que debemos exigirnos a nosotros mismos y a todos quienes participen en política es el desarrolla de sus propias virtudes para de tal forma tener una base común sobre la cual podamos discutir. Y esto de ninguna forma significa exclusión de quienes no piensen como yo y otros como yo, sino que es la única verdadera forma de mantener un dialogo que se nutra de la diversidad de forma bien entendida y que no nos lleve a la lamentable actualidad en que más que hablar pareciera ser que nos gritamos unos a otros.

Claudio Alvarado dijo...

Tomás, notable columna. Como sabes, concuerdo plenamente con casi todo lo que dices. Una sola cosa: me da la impresión de que Sto. Tomás no era ni humanista ni mero cristiano.

Aunque es un término equívoco, el humanismo en general implica una visión antropocéntrica del mundo. Y Sto. Tomás sabía perfectamente que el centro del mundo no es el hombre, sino que Dios. Porque Sto. Tomás no era un mero cristiano, sino que un santo católico.

¿Por qué toda esta divagación? Porque creo que ninguno de los referentes políticos "humanistas cristianos" existentes puede ayudarnos a contrarevolucionar nuestra sociedad. En cuanto conglomerados -hay personas que se exceptúan por cierto- no sólo han dejado de creer en Dios. En general, ya ni siquiera creen en la naturaleza humana. Y si bien en todo proyecto colectivo se debe trabajar con gente que no piensa exactamente igual a uno, creo que el mínimo indispensable es el respeto a las exigencias de la naturaleza humana, tales como el derecho a la vida de los no nacidos, el matrimonio heterosexual e indisoluble, el salario justo, etc.

El máximo e ideal, por cierto, es el reinado social de Cristo al cual alude Felipe, con todo lo que ello implica...

Matías Rivadeneira dijo...

Felipe (espero no ganarme tu odio con esto):

Es cierto, "en el gobierno que le dio cabal cumplimiento jamás se puso el Sol (como lo dijiera célebremente el Padre Osvaldo Lira)", pero se te olvidó agregar que se derrumbó tan rápido como se creó (y que terminó siendo a la postre la pieza del botín en la disputa entre Borbones y Hasburgos).

En todo caso una cosa es cierta, si queremos terminar con la partitocracia es necesario reforzar los cuerpos sociales entre la familia y el Estado, libremente generados y de pertenencia voluntaria, a fin de que se conviertan en verdaderos catalizadores de los "inputs" del sistema político, el cual debe suministrar eficientemente los "outputs" teniendo en consideración el Bien Común en todos sus aspectos. No creo en fórmulas mágicas ni en utopías que se aplicaron a cabalidad hace más de 400 años, sino en una comunidad nacional en que todos y cada uno de sus componentes cumplan desde su lugar y conforme a sus propias posibilidades hagan andar su engranaje por la senda que lleva al Bien Común, tanto material como espiritual. Y para ello no es requisito sine qua non un sistema corporativo...

Salu2

Felipe Andrés C.R. Lizama Allende dijo...

Estimado Matías, por de pronto no me haré cargo del debate sobre qué sistema de gobierno es mejor... no porque no quiera sino porque quiero destacar que el diagnóstico que tienes tú como el que escribe como varios afines a este blog está generalizado, la partitocracia es el punto máximo de la democracia liberal, atea y sectaria que gobierna Chile. Debemos reinstaurar el reinado social de Cristo en todas y cada una de nuestras acciones y la labor de los cuerpos naturales asociados es útil para proteger la vida, la hacienda y la libertad.
Muchos saludos

Max Lobos dijo...
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Anónimo dijo...

Buenas tardes estimados compañeros mayores de facultad.

En primer lugar, felicidades Tomás por el blog.

Maximiliano, creo que exageras cuando dices que en el mensaje de Tomás hay una predisposición a la imposición de la Verdad cristiana.

El gran sentimiento revolucionario que me deja el texto es un cambio en el switch sobre cómo hay que involucrarse en el mundo político.

Tomás termina diciendo: "...los cambios de nuestra sociedad sólo pueden darse en la medida que todos aquellos que alguna vez dijimos "no estoy ni ahí" cambiemos nuestro discurso a un "aquí estoy", siempre dispuesto a servir a Chile, para que algún día, con esfuerzo y perseverancia, vivamos en una sociedad no ideologizada, más justa, más humana, en fin, más Cristiana."

No veo una imposición, sino un llamada a la participación.
Aquí todos tenemos bien claro que el mensaje cristiano guarda en lo más profundo de su esencia la grandiosa verdad del Amor. Y en base a ella nunca habrá imposición, sino por el contrario la mayor de las empatías.
Es la fuerza de los argumentos de nuestra creencia la que puede llevarse a la aplicación política, siendo sin duda el gobierno cristiano el más sano y noble posible.

Un abrazo,
Alvaro Awad Sirhan.

Max Lobos dijo...
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